Buena noticia para los pies
La publicidad me hizo sonreír: «Los calcetines más cómodos en la historia de los pies». Luego, ampliando la afirmación sobre la buena noticia para los pies, el anunciante decía que como las medias siguen siendo el artículo más requerido en los refugios para personas sin techo, por cada par comprado, la compañía donaría otro par a alguien que lo necesitara.
Una fiesta de amor
En el filme danés El festín de Babette, una refugiada francesa aparece en una aldea costera. Dos hermanas ancianas, líderes de la vida religiosa de la ciudad, la reciben, y durante catorce años, ella trabaja como su ama de llaves. Cuando logra tener una gran suma de dinero, invita a la congregación de doce personas a una extravagante cena francesa de caviar, codornices en masa de hojaldre, y más.
De segunda clase para nada
Después de concluir la Primera Guerra Mundial, el expresidente de Estados Unidos Woodrow Wilson fue reconocido como uno de los líderes más poderosos del mundo. Pero pocos supieron que después de un devastador derrame cerebral en 1919, fue su esposa quien manejó casi todos sus asuntos, decidiendo qué temas debían requerir de la atención de él. De hecho, los historiadores modernos creen que por un breve período, Edith Wilson fue quien realmente gobernó el país.
Acero y terciopelo
El poeta Carl Sandburg escribió sobre Abraham Lincoln, ex presidente de Estados Unidos: «En la historia de la humanidad, no es frecuente que llegue a la tierra un hombre que sea, al mismo tiempo, acero y terciopelo, […] que mantenga en su corazón y en su mente la paradoja de una tormenta terrible y una paz inenarrable y perfecta». «Acero y terciopelo» describe cómo equilibraba Lincoln el poder de su cargo con el interés en los deseos de libertad de la gente.
Cuando alabamos
Cuando Guille, de nueve años de edad, fue raptado del frente de su casa en 2014, no dejaba de cantar su canción evangélica favorita Toda mi alabanza. Durante sus tres horas de suplicio, Guille ignoró las repetidas órdenes de sus captores de callarse, mientras ellos daban vueltas en el auto. Finalmente, lo hicieron bajar sin lastimarlo. Tiempo después, el niño describió la situación, diciendo que mientras su miedo daba paso a la fe, el secuestrador parecía inquietarse con la canción.
La verdad: ¿dulce o amarga?
Ya había tenido la mancha en mi nariz casi todo un año cuando fui a ver al médico. Los resultados de la biopsia volvieron días después con palabras que no quería oír: cáncer de piel. Aunque era operable y sin riesgo de vida, fue un trago amargo y difícil de digerir.
Tener una vida tranquila
«¿Qué quieres ser cuando seas grande?». Todos escuchamos esta pregunta cuando éramos niños, o incluso siendo ya adultos. La pregunta surge de la curiosidad, y la respuesta que suele oírse indica una ambición. Mi respuesta cambió con los años: vaquero, chofer de autobús, soldado, médico… Sin embargo, no recuerdo que alguien sugiriera o que yo considerara seriamente poder llegar a tener «una vida tranquila».
Oraciones del granero
Samuel Mills y cuatro amigos solían reunirse para orar y pedirle a Dios que enviara más personas a compartir la buena noticia de Jesús. Un día, en 1806, después de reunirse, los sorprendió una tormenta y se refugiaron en un granero. Desde entonces, su encuentro semanal pasó a llamarse Reunión de oración del granero, la cual se convirtió en un movimiento misionero global. Actualmente, el monumento a aquella reunión se encuentra en Williams College, en Estados Unidos, como un recuerdo de lo que Dios puede hacer a través de la oración.
Fortalecerse en el canto
Cuando aldeanos franceses ayudaban a refugiados judíos a esconderse de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, algunos cantaban en los densos bosques de los alrededores… para avisarles a los refugiados que podían salir seguros de sus escondites. Estos valientes habitantes de Le Chambon-sur-Lignon habían obedecido el llamado del pastor local y de su esposa a recibir a los judíos en su planicie conocida como «La montaña protestante». Su señal musical se convirtió en una muestra de la valentía de los aldeanos que ayudaron a salvar de la muerte a más de 3.000 judíos.
Vale la pena esperar
En la estación de trenes Shibuya, en Tokio, hay una estatua de un perro akita llamado Hachiko. Se lo recuerda por una fidelidad inusual hacia su dueño, un profesor universitario que viajaba diariamente a su trabajo desde allí. El perro lo acompañaba por la mañana y volvía para encontrarse con él todas las tardes cuando llegaba el tren.